Al final de la Segunda Guerra Mundial el estado mayor de los Estados Unidos inicia la operación Paperclip a espaldas del presidente Roosevelt.
En algunos años, cerca de 1 500 científicos nazis son sacados de Alemania y reclutados para trabajar contra la URSS comunista.
Realizan investigaciones principalmente sobre armas químicas, el uso de psicotrópicos en la tortura y la conquista del espacio.
Lejos de situarlos en puestos subalternos el Pentágono les confía la dirección de estos programas en los que estampan su sello ideológico.
Apenas terminada la Segunda Guerra Mundial en el teatro de operaciones, se inicia la rivalidad entre los Estados Unidos y la URSS.
La prioridad de ambos pasa a ser el rápido saqueo del enemigo vencido: el Tercer Reich de Adolf Hitler. Así, el conocimiento tecnológico desarrollado por los científicos alemanes despierta la codicia aunque haya sido fruto de la explotación de una mano de obra en cautiverio en los campos de concentración.
Una parte del estado mayor de los Estados Unidos, sacudida por lo que descubren sus hombres en Dachau, Auschwitz, Dora, ordena recoger la mayor cantidad posible de pruebas con vistas a un proceso de los dirigentes nazis.
Por el contrario, otros oficiales del estado mayor consideran que estos criminales son un personal insustituible que conviene poner al servicio del poderío de los Estados Unidos, de modo que el Pentágono pone en marcha una operación para recuperar a los científicos alemanes que hayan trabajado para el Tercer Reich nazi de Adolf Hitler.
Llamada «Operación Paperclip» (Operación clips), se le confía a la Joint Intelligence Objectives Agency (JIOA), que entonces agrupa a todos los servicios de inteligencia militar de los Estados Unidos.
Los científicos más codiciados en lo inmediato son los que han constituido la amenaza más fuerte para los Aliados, es decir, los que han concebido los temibles misiles V2, (cohetes supersónicos) en cuya vanguardia está el nazi Wernher von Braun.
Con sólo 32 años en 1945, se trata de uno de los más brillantes ingenieros de la época. Desde la década de 1930 trabaja con Hermann Oberth, padre del cohete alemán.
Pasa a formar parte de las SS y del comando personal del jefe de la organización, Heinrich Himmler, antes de obtener el grado de comandante.
Durante la guerra trabaja en el centro de Peenemünde en el proyecto de los cohetes V2, construidos en la fábrica Mittelwerk por personal procedente del campo de concentración de Dora.
Presentación a los dignatarios nazis del centro de investigación Peenemünde donde fue concebida la «guerra de las galaxias» y realizados los cohetes V2 nazis.
Von Braun se convirtió posteriormente en director de la NASA estadounidense.
Tras la victoria de los Aliados, es internado por un tiempo en Garmisch por el equipo del coronel norteamericano Holger Toftoy, quien alberga un proyecto descabellado: reiniciar en la base de Fort Bliss, en los Estados Unidos, el programa coheteril en el que trabajaba Von Braun, a quien le encarga además convencer a sus antiguos colegas para unirse en la aventura.
La tarea no es muy difícil: en su mayoría, los científicos corren el riesgo, si se quedan en Europa, de ser conducidos ante un tribunal por «complicidad en crímenes de guerra».
Paralelamente, uno de los directores de la JIOA, E.W. Gruhn, se encarga de hacer una lista de científicos alemanes y austriacos de los más calificados para que sean reclutados y trabajen para el gobierno de los Estados Unidos.
Para ello se apoya en Werner Osenberg, quien dirigió la sección científica de la Gestapo encargada de verificar la confiabilidad política de los científicos que trabajaban para el Reich. Los informes y expedientes de la siniestra policía le permitieron a Osemberg hacer una lista de 15 mil nombres de científicos con su filiación política y valor científico.