Esta es una denominación sugestiva para un fenómeno que podría pasar por cualquier cosa: alucinación, parálisis de sueño, psicosis, o cualquier otra afección psicológica.
Eso podría parecer si no hubiésemos encontrado en zonas específicas a una gran cantidad de personas que comenzaron a experimentar exactamente los mismos sucesos y en las mismas fechas.
Era extraño escuchar a los protagonistas que se iban acercando a nuestro centro de investigación, comentando sus vivencias casi de manera idéntica.
Los primeros casos que nos llegaron fueron en el año 1986; se nos ocurrieron casos aislados y que podían pertenecer a los fenómenos psicológicos anteriormente citados, o incluso, a fenómenos paranormales, los cuales también estudiamos.
Pero a partir del año 1991 en adelante, un aluvión de experiencias de Visitantes de Dormitorio se produjo en la zona de Villa Devoto en la Ciudad de Buenos Aires. Muchos de esos casos nos llegaron por estar en el lugar y momento apropiados, pero seguramente, muchos protagonistas de las mismas experiencias no intentaron siquiera comentarlos con nadie, posiblemente por ser tildados de locos o alucinados.
Las experiencias tenían mucho en común:
En su dormitorio, el testigo, solo o con su pareja, despertaba a mitad de la noche. Se sentía paralizado, pero podía mover sus ojos.
Una figura pequeña de aproximadamente 80 cm lo observaba. Envuelta en una luminosidad fosforescente, esta figura humanoide se acercaba casi tocando el rostro del testigo.
Su cabeza es muy grande con ojos negros que ocupan casi todo ese rostro, una ranura por boca y a veces se observan dos orificios por nariz. El cuerpo es muy pequeño comparado con la cabeza y de apariencia débil. Se les ven los brazos y manos con cuatro dedos.
Cuando son tocados por la criatura, sienten que su piel es húmeda y quema al tacto.
Al no poder moverse no pueden evitar que la entidad haga algo en sus cuerpos. Pero lo perciben: algo penetra por detrás de la oreja derecha o en la nariz; sienten que son tironeados de sus piernas, o un intenso ardor en la zona genital.
Luego, el ser desaparece a través de una pared o de una ventana cerrada, dejando una estela luminosa que se pierde de la misma manera.
Lo interesante es que la experiencia no ocurre una sola vez. Eso les pasó a nuestros investigados, la visita era recurrente.
Además, comprobamos que donde los protagonistas habían percibido en su cuerpo cualquiera de esas manipulaciones del visitante, quedaban las marcas.
Así es que nuestra investigación se afirmó a lo largo de todos estos años, siguiendo a los protagonistas y a sus familias.
Descubrimos, tal vez como otros investigadores de todo el mundo, que estos casos lejos de ser aislados son frecuentes en todas partes; que se dan por familias enteras desde los abuelos a los nietos y durante toda la vida de los protagonistas y que además, aparecen una enorme cantidad de fenómenos asociados como luces u objetos en las zonas de las visitas, observados por otros testigos; campos magnéticos en la casa visitada que alteran o destruyen los aparatos electrodomésticos; quemaduras en cortinas (por donde la entidad entró o salió), en las alfombras donde se asentaron y en el pasto de los jardines o parques de las viviendas.
Encontramos faltante de agua en las piscinas comprobando la falta de filtraciones y algo muy interesante: los relojes del lugar donde estuvo la entidad marcando hora diferente con respecto a otros relojes de la casa.